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Las que barren y mapean un manuscrito

La corrección de un manuscrito no debe terminar nunca. Ni cuando se convierta en libro, ni cuando se publique, ni cuando el lector o la lectora lo compre, ni cuando pasen mil años y se reedite.


¡Hola, hola! ¡Aquí la Antonia!


Para todos y todas en Construye Tu Libro, sobre todo para mí, que soy la editora de este planeta libresco, la corrección es un regalo que se le hace a la obra escrita. Cada vez que ocurre, la obra aumenta su valor.


Dicho todo lo anterior, entiendo muy bien que, si somos realistas, no podemos pasarnos toda la vida encima de un manuscrito haciéndole regalos. También, no todos pueden permitirse contratar a un corrector una y otra vez, para que rebusque y rebusque en el texto. Partiendo, entonces, de esta última línea, quiero hablarte de las tres correcciones mínimas que se encargan de barrer y mapear muy bien un manuscrito, antes de que este se haga público.


1. Corrección de estilo


Cuando ya el contenido está más que listo, es decir, cuando ya la obra superó la edición de contenido, llega la corrección de estilo. Contrario a lo que sugiere su nombre, esta corrección no cambiar el estilo del autor o de la autora, sino más bien lo revisa a profundidad. ¿Y para qué lo revisa? Para cuidar que sea consistente, tanto en la selección del vocabulario como en la organización de la gramática.


En esta corrección se pueden realizar reformas gramaticales y ortográficas. También, se pueden establecer algunos usos, como, por ejemplo, que los demostrativos no lleven tilde, y que se prefiera el uso de "periodo" sobre "período", ambos válidos.


En Construye tu Libro trabajamos con la herramienta de track changes, de MS Word, para dejar constancia de los cambios que realizamos en el manuscrito. Esto permite que los autores puedan evaluar si las mejoras que les recomendamos les parecen acertadas también. Al margen del documento solemos dejar comentarios, cuando las mejoras sugeridas proponen realizar cambios de orden mayor; por ejemplo, reformular oraciones o párrafos.


2. Corrección ortotipográfica


Como pudimos ver, cuando la corrección de estilo ocurre, se toman muchas decisiones que alguien más debe verificar que sí se cumplan. Esto lo hará el corrector ortotipográfico. Esta persona no buscará errores de gramática, ni si hay algún personaje chueco, sino más bien corroborará que, en efecto, todos los demostrativos están sin tilde, y que la palabra "periodo" se haya empleado si así se estableció en la corrección de estilo. También, esta intervención revisa la ortografía y la puntuación con mucho cuidado.


La corrección ortotipográfica puede verse como esa última barrida que se le da a la obra, para corroborar que todo está en orden, antes de pasarle el manuscrito al diseñador o a la diseñadora editorial, para que esta lo convierta en libro.


Así como en la corrección de estilo, en la ortotipográfica utilizamos la herramienta de track changes, para dejar trazos de nuestros cambios en el manuscrito.


3. Corrección de prueba


Y cuando la diseñadora o el diseñador realiza la maquetación del manuscrito (entiéndase, lo convierte en libro) entonces hay que hacer una corrección de prueba. Siempre recomiendo que esta corrección se realice en un ejemplar de prueba impreso, en vez de en ese PDF del interior del libro que envía el diseñador editorial. ¿Por qué? Porque la versión impresa ofrece un escenario distinto, que permite encontrar errores que se pasaron por alto en la versión digital. También, otras de las misiones de esta corrección es mejorar la experiencia de lectura y verificar la calidad de la impresión, así que, con el ejemplar a la mano, el corrector podrá echar un vistazo a los márgenes y a la distribución del texto a lo largo de todo el libro.


¿Qué sucede si no puedo obtener un ejemplar impreso? En ese caso, intenta imprimir la versión final del interior, y leerlo sobre el papel. Ese pequeño cambio de formato también podría ser efectivo, aunque sea para localizar erratas.



Y listo. Con estas tres correcciones el libro debería darse por bien cuidado. Eso sí, insisto en que no son las únicas que se le hacen a un manuscrito, pero sí son las vitales, y cubren las diferentes etapas que enfrenta un libro. No es por seguir machacando con lo mismo (o sí), pero por cada corrección que no se realiaza, aumentan las posibilidades de que al manuscrito se le quede una mota de polvo por alguna esquina.


 

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